Nada que objetar. El Elche dejó sello de líder, de equipo ordenado, de saber a qué juega, de poner sentido a una defensa muy bien posicionada y a contar con jugadores fuertes en el centro del campo y rápidos en el contraataque. El Sporting fue todo lo contrario, lo que no debe ser un equipo.
El primer gol del Elche llegó en un error infantil, en una jugada de estrategia. No parece que Alcácer, que tiene la vitola de especialista en jugadas a balón parado, sea el secreto del equipo ilicitano, porque en el Sporting no lo hacía. El problema del conjunto gijonés es que en la época del técnico valenciano le endosaban goles de estrategia que dejaban en evidencia el sistema defensivo, mientras que en ataque no tenían éxito. Ahora sigue igual.
La jornada volvió a sembrar desasosiego, porque el riesgo de meterse abajo es motivo de intranquilidad con el calendario que queda. La plantilla del Sporting tiene una calidad teórica, pero aquí lo que vale es la práctica, no si es buena o si cobra mucho. Y la dinámica en la que este equipo está metido es muy peligrosa. La derrota provocó una nueva decepción, pero hay varios aspectos que llaman la atención, además de la costumbre de los malos resultados, la imagen de Sandoval en la rueda de prensa tras la derrota ante el Elche reflejó un signo de preocupación. Cuando el míster está así, hay motivo para que nos preocupemos todos.