Manuel Vega-Arango se despidió del Sporting, después de la renuncia anunciada la pasada semana. Más que una rueda de prensa, fueron 45 minutos en los que el ya ex presidente hizo un repaso de sus 35 años de vinculación al club, en tres etapas distintas de jugador, presidente y consejero.
Vega-Arango dijo un adiós elegante, de los suyos, con clase. El ex presidente repartió agradecimientos y hasta disculpas. No escatimó elogios, ni siquiera para el hijo del dueño, promotor principal de su salida de la entidad, pero no el único que la alimentó. Medio club se dejó ver en la despedida, sin que faltara ninguno de los que querían el final de su etapa.
Sin embargo, pese a que conocía todos los movimientos que se organizaron en contra de su estancia al frente de la entidad, el ex dirigente se marchó sin una mala palabra. Sólo recriminó determinadas críticas y posturas, atribuidas a gente sin valores, que no identifica con el sportinguismo. En su despedida aplicó el ‘to er mundo e güeno’, con un espectacular silencio sobre la verdadera realidad, sabiendo que no es oro todo lo que reluce y que ‘to er mundo no e güeno’.
El Sporting empieza una nueva etapa, con Javier Fernández, al margen de títulos presidenciales, como pieza más responsable del consejo, facultado por la representación del capital. En este aspecto, el hijo y el padre tienen la llave de las soluciones del Sporting. A ver si por fin aciertan, sin que ahora puedan utilizar a Vega-Arango como disculpa.