Tal vez pueda denominarse milagro o carambola. O quizás los buenos resultados de las plegarias a San Froilán, patrón de Lugo, pero lo que vale es que la tarde del primer domingo de junio acabó en ASCENSO, así como mayúsculas, para el Sporting.
Fue una tarde de suspense. El conjunto gijonés despachó un excelente partido en el ‘Bendito’ Villamarín, con un triunfo rotundo y hasta ponderado, porque con el Betis rezumando fiesta, los gijoneses ganaron sin hacer demasiado daño al rival. El triunfo era insuficiente. El Girona tenía ventaja y la administró en el primer tiempo, pero le perdió la presión en el último cuarto de hora, cuando empató el Lugo, con un gol de Caballero que subía al Sporting. Luego vinieron los 40 segundo pendientes que se jugaron media hora después de haber acabado el partido de Sevilla. Estas cosas sólo pasan en el fútbol, cuando hay árbitros poco competentes.
Pero lo que vale es el final feliz, el regreso a Primera División de un Sporting que en la pretemporada daba sensación se aspirar a la permanencia, pero los chavales, con un grado de compromiso excepcional, consiguieron un hecho histórico, en una tarde con sufrimiento e incertidumbre. Ahora toca partir de cero, pensar en los numerosos errores que llevaron al club a una situación de inestabilidad y empezar a planificar una entidad con una estructura coherente, con profesionales con sentido y una imagen de seriedad que ahora es incompleta.
Con el paso del tiempo, la tarde de ayer será recordada por la tensión y el suspense de un ascenso que pudo haberse matizado antes, pero en el fútbol las cosas llegan cuando llegan. Al Sporting le tocó así. También vale.